sábado, 15 de junio de 2013

PERLA DINOCRAS CEPHALOTES, LA PLECÓPTERA "LEONESA"

Nuestros ríos leoneses nos ofrecen cada temporada la posibilidad de contemplar infinidad de eclosiones de todo tipo de insectos acuáticos, de entre todos ellos destaca por su importancia para la pesca de la trucha la “mosca de la piedra” o “mosca de mayo” como la denominan los pescadores leoneses, porque es en el mes de “mayo” cuando hace su aparición en grandes cantidades, prolongándose hasta junio y en algunos casos como pueden ser en los ríos de montaña, hasta bien entrado el mes de julio. 

Montaje clásico, “mosca de la piedra” (hembra). Plecóptera “leonesa”.

Dinocras cephalotes hembra

Dinocras cephalotes macho.

Apareamiento y copulación.

Las eclosiones de la Dinocras cephalotes, sigue siendo (aunque en menor medida), uno de los acontecimientos más importantes que suceden en nuestros ríos leoneses. El periodo de puesta de los huevos es indiscutiblemente el mejor para pescar con ella. La presencia de un insecto de cuatro centímetros de largo, que salpica o que deriva por la corriente tratando de alcanzar la orilla, es suficientemente poderoso como para llamar la atención y atraer a las truchas más grandes y cautelosas del río. 

Generalmente, este insecto acuático comienza a eclosionar en nuestros ríos a principios del mes de mayo, prolongándose hasta bien entrado el mes de julio en los ríos de montaña. Este periodo de tiempo sirve naturalmente como orientación, y tanto las condiciones ambientales como del agua, pueden provocar la aparición más temprana o tardía. 

El macho de esta especie carece de importancia para la pesca, al menos para la pesca en superficie. Es bastante más pequeño que la hembra, y a diferencia de lo que se comenta en muchas revistas de pesca, las alas las tienen desarrolladas, pero no las utilizan porque no necesitan volar. Para eclosionar, lo hacen trepando por la orilla del río, encaramándose a las piedras y vegetación más cercana, y para aparearse y copular, llama a la hembra mediante un sonido que produce al friccionar sus alas como hacen los grillos en verano, pero con una intensidad menor, no perceptible para el oído humano, al menos para el mío que lo tengo averiado. 

Los huevos depositados por la hembra se adhieren a los fondos pedregosos, dando lugar a las pocas semanas a pequeñas larvas que se transformaran en ninfas, denominándose entonces por los pescadores de cebo natural como “gusarapa” o “rancajo”.

Imitación de la “Gusarapa”.

Ninfa cabeza dorada de la “mosca de la piedra”.

Las hembras fecundadas, aun disponiendo de unas alas poderosas, son malas voladoras. Para depositar la enorme masa de huevos compactados que transporta al final de su abdomen, se elevan en el aire para posteriormente descender muy torpemente y depositarlos huevos sobre la superficie del agua. En ocasiones, derivarán nadando o serán arrastradas por la corriente al lado mismo de la vegetación de las orillas, momento que aprovecharán las grandes truchas para tomar este abundante bocado. 

La Dinocras cephalotes eclosiona a partir de su ninfa, la “gusarapa” o “rancajo” como se la conoce aquí en León. Cuando alcanza su madurez, sale al exterior abandonando el envoltorio ninfal sobre las piedras semisumergidas y transformándose en una voluminosa mosca que volará hacia las ramas y las hierbas de la orilla del río. 

Hoy no tanto, pero antaño, había tantas moscas que era un espectáculo ver como las truchas se situaban cerca de la superficie en fila India debajo de las ramas de las orillas para abalanzarse sobre ellas, incluso sacando el cuerpo entero fuera del agua. Nada era más bello a los ojos de los pescadores de caña, fueran de mosca seca, ahogada o de cebo natural. Las eclosiones de estos grandes insectos era entonces esperada con entusiasmo por las grandes truchas y por los pescadores.

Imitación de la Mosca de la Piedra, con las alas y cuerpo de pelos de corzo, en posición de reposo. 

Pescando aguas rápidas, es imprescindible disponer de imitaciones que floten bien, usando preferentemente materiales ligeros para el montaje. 

Algunos pescadores se decantan por imitaciones de espuma y, funcionan bien… hasta que se vuelven como esponjas. A otros les gustan los patrones montados con pelos de arce canadiense, de ciervo o de corzo siberiano, o con plumas CDC de pato salvaje francés, funcionan genial, hasta que están tan saturados de agua que a duras penas pueden mantenerse a flote. 

Así que la mayoría de nosotros, con algunos años de experiencia, nos decantamos por los montajes clásicos, montados con plumas de gallo de pluma de León, eso sí, con la ayuda inestimable de productos farmacéuticos: flotantes (geles) y secantes (polvos). Y sí, hay una diferencia entre los dos productos. ¿Quieres saber la diferencia?

Los flotantes se aplican antes de lanzar la mosca. Estos productos, como Aquel Loon, están diseñados para hacer que las moscas sean un tanto impermeables. La idea con este producto es evitar que las moscas grandes absorban agua, y en general funcionan bien, hasta que después de varias capturas o de haber pasado la mosca varias veces entre remolinos, la grasa deja de funcionar. 

Es aquí donde entran los secantes, los polvos mágicos por así decirlo. Este producto está diseñado para extraer agua de la artificial. La aplicación de unos pocos polvos de sílice a una mosca que está húmeda, ayuda a sacar el agua de la mosca y absorberla. Productos como Loon Dust o Top Ride Loon, inertes para el medio ambiente, funcionan muy bien.

Pescando con la Perla Dinocras cephalotes en el Esla con un montaje CDC. 

En pocas palabras, los flotantes y secantes deben usarse juntos. Personalmente, no me gusta usar estos productos para mantener mis moscas a flote. Sin embargo, en determinadas situaciones como es el caso que nos ocupa es necesario. Por eso siempre llevo estos dos productos en mi chaleco de pesca. 

Pescando aguas lentas, será en ocasiones necesario mover la artificial dando pequeños tirones a la línea para producir pequeñas ondulaciones en la superficie del agua, para atraer así la atención de las truchas, como lo hacen las naturales cuando se desplazan por la superficie del agua. 

Después de un tiempo de ver cientos de imitaciones pasar por su radio de alimentación, las truchas se vuelven recelosas y empiezan a rechazar con bastante frecuencia la artificial. En ocasiones se diría que están hartas de alimentarse de estos insectos. Llegado a este punto, es conveniente cambiar de patrón, incluso de mosca, no hay que olvidar que en esta época también eclosionan otros insectos acuáticos.  

Ficha de montaje, montaje CDC: anzuelo Nr.6-8. Hilo de montaje: marrón. Cola: dos quill de gallo. Cuerpo: dubbing de liebre oliváceo. Alas: culo de pato natural mezclado con algunos pelos de corzo. Collar de flotación: indio avellanado mezclado con dos vueltas de indio rubión. Cabeza marrón.

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