En 1963 conocimos la primera versión en castellano de la mano del periodista catalán y gran aficionado a la pesca D. Juan Francisco Llatjós. Posteriormente, se conoció una segunda edición en 1970 y una tercera en 1976.
Estas moscas dobles es necesario montarlas sobre anzuelos de anillas con el vástago o la tija larga, llamados generalmente "anzuelos de mosca de mayo".
Según Carrère, para su confección puede emplearse indistintamente el procedimiento de montaje que él llama "rápido", o sea al estilo del montaje tradicional de una mosca seca con pluma de cuello de gallo enrollada sobre la tija, o bien al "estilo leonés" con fibras sueltas de pluma de riñonada.
Para Carrére, este último estilo, o sea el "estilo leonés" es como siempre su preferido, porque según él:《... las moscas confeccionadas con estas bellas plumas nos dejan admirados, se salen de la banalidad de los plumeros hechos con hackles (cuellos) teñidos o decolorados que invaden las tiendas de artículos de pesca.
Desde luego, no son comercio sino arte. Es cierto que los cuellos o hackles actuales han mejorado mucho, y poco o nada tienen que ver con los de su época, aun así, estoy de acuerdo con Carrére, no existe nada mejor a día de hoy que las plumas de los gallos leoneses para imitar los insectos de los que se alimentan nuestras truchas, tanto para moscas secas, ahogadas o ninfas, sin que con ello quiera decir que otras plumas no sean también buenas y necesarias.
Montaje con fibras sueltas de Pardo. |
Todos estamos de acuerdo en reconocer que la mayoría del tiempo las truchas se alimentan bajo la superficie del agua, bien a medias aguas, bien rastreando y levantando las piedras del lecho del río, o bien a pocos centímetros de la superficie, pero para engañarlas hace falta que nuestras imitaciones estén bien montadas y que se asemejen a los insectos naturales que ellas están acostumbradas a comer.
Montaje con fibras de riñonada indio acerado medio. |
De esta realidad deriva la necesidad de alcanzar el más alto grado de realismo de estas moscas ahogadas o sumergidas, desterrando así el viejo tópico de que para estas artificiales es suficiente, materiales de segunda clase.
La segunda constatación es el comportamiento de estas moscas en acción de pesca. Dentro del agua, las moscas deben moverse a la velocidad de la corriente, este es el gran secreto del éxito de esta modalidad de pesca, sucede lo mismo que cuando pescamos con nuestras moscas ahogadas clásicas al estilo leonés. Esta necesidad de una buena deriva condiciona de por sí la calidad de los materiales a emplear, por tanto, la labor del pescador no es hacer vivir las moscas mediante el juego de tirones y descensos de la línea.
Las moscas merced al los juegos de luz de las fibras de las plumas por el efecto del movimiento de las corrientes deben dar su propia ilusión de vida. El brillo, la textura, flexibilidad, el color y los moteados de las plumas, junto con la adecuada posición en el anzuelo harán que las moscas naden sin dificultad asemejándose a las naturales.
Esta necesidad en la confección de estas moscas se complementa lógicamente con la experiencia que permiten al pescador emplearse en los mejores sitios o los más apropiados, con lances cortos y precisos, calcular la corriente etcétera.
Montaje con fibras de riñonada Pardo. |
Se empieza por formar el cuerpo de la primera mosca a la altura de la curvatura del anzuelo, lo anillamos y a continuación montamos el collar o hackle (alas), si este lo hacemos con una pluma de cuello de gallo enrollada sobre la tija, entonces nada más tendremos que forzar con el hilo de montaje las fibras para que queden correctamente posicionadas con respecto al vástago del anzuelo, si lo hacemos con fibras sueltas de riñonada además de lo dicho presionamos la base de las fibras con el dedo pulgar e índice de un lado a otro para que queden repartidas uniformemente sobre el cuerpo en un radio de 180 grados más o menos.
Después procedemos a montar la segunda mosca como hicimos la primera. Tanto el cuerpo como el anillado es aconsejable que sean de seda, este material dota a la mosca de mayor sensación de vida y movilidad dentro del agua al quedar las fibras de la pluma repartidas uniformemente pegadas al cuerpo como si de uno o varios imagos o subimagos muertos arrastrados por la corriente se tratara, o como insectos que están emergiendo.
La cabeza no debe ser rematada con pegamento o barniz, estos materiales deterioran y distorsionan tanto la seda como la cabeza. El grado de inclinación de las fibras de la pluma con respecto a la tija o vástago del anzuelo deben quedar en torno a los treinta o cuarenta grados, con el fin de conseguir una deriva lo más natural posible, y la cantidad debe ser escasa, aproximadamente la mitad que para nuestras clásicas ahogadas, para así facilitar el hundimiento y que este se produzca lo más rápido posible. En cuanto a los cercos o cola, yo aconsejaría prescindir de ellos.
Montaje con pluma de cuello de gallo (rooster hackle). |
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